Aunque parezca que nada tienen que ver unos conceptos con otros de los mencionados en el párrafo anterior, realmente todos son aplicables a un mismo elemento: la luz. A continuación vamos a ir explicándolos poco a poco para que todo cobre sentido.
Como decíamos antes, 2015 es el Año Internacional de la Luz, así lo ha declarado nada más y nada menos que la ONU. Y algunos os preguntaréis, ¿qué significa esto y por qué se dedica un año a algo tan común y cotidiano como la luz? Pues la respuesta es sencilla: la luz es importantísima ya que es fuente de vida y energía para los seres vivos. Sin ella, por ejemplo, las plantas no podrían realizar la fotosíntesis y se rompería la cadena alimenticia, por lo que nosotros y el resto de los seres vivos nos extinguiríamos.
Eso en cuanto a la luz como fuente de vida, pero qué decir del estado de ánimo. Todos percibimos que con más luz nos solemos sentir mejor y al contrario. Y para confirmarlo no hay más que fijarse un poco en el estilo de vida en los países del norte (menos luz) y en los del sur (más luz). Pero no nos basamos para decir esto en un mero tópico: un estudio realizado por investigadores del Baker Research Institute, en Melbourne (Australia), confirma que el efecto de la luz solar sobre la producción de serotonina tiene un papel muy importante en los cambios del estado de ánimo provocados por factores climatológicos.
Todo lo dicho se refiere, por supuesto, a la luz natural, a la luz del Sol. Pero, ¿qué ocurre con la luz artificial (la de las bombillas)? Pues ahí vienen los peros… La luz artificial o la luz eléctrica fue, sin duda, uno de los grandes descubrimientos del siglo XIX. Ha hecho avanzar y desarrollarse increíblemente a nuestra sociedad y mejorar nuestra calidad de vida, supliendo las carencias de la luz natural (especialmente la noche). Sin embargo, como casi todo en la vida, la luz artificial también tiene una parte negativa: es contaminante y puede afectar negativamente a los seres vivos en determinadas circunstancias. Por eso, hay que usarla adecuadamente y con responsabilidad.
Las plantas y animales expuestos a luz artificial durante periodos de tiempo muy prolongados tienden a producir formas de vida de baja calidad. Por otro lado, la suma de toda la luz artificial que se consume al mismo tiempo produce efectos perjudiciales en la atmósfera debido al resplandor excesivo que se produce sobre el cielo nocturno, así como las emisiones de gases contaminantes que conlleva. Por eso hay que utilizar la luz eléctrica sólo cuando es necesaria y no dejárnosla encendida cuando no estamos en un lugar. Además, de despilfarrar energía, despilfarramos nuestro dinero.
Y ya por último, para hacer mención a la afirmación quizá más chocante de las que hemos hecho al principio: la luz como reivindicación. Con esto hacemos referencia a ‘la Hora del Planeta’, que tendrá lugar el próximo 28 de marzo a las 20:30 h. (hora local) y que consiste en un apagón generalizado de luces que se viene haciendo, con más éxito cada año, desde 2007. La Hora del Planeta es una de las mayores iniciativas a nivel global en defensa del medio ambiente. Miles de ciudadanos, empresas, instituciones e, incluso monumentos emblemáticos como la Torre Eiffel o las Pirámides de Gizé se suman a esta reivindicación. Y tú, ¿vas a apagar la luz este sábado por una buena causa?