El tradicional picnic (o día de campo) presenta muchas alternativas. Su esencia más clásica es ser una comida informal al aire libre, preferiblemente en un lugar con unas bonitas vistas para contemplarlas mientras degustas de un buen almuerzo. El menú puede ser todo lo fácil o complicado que tú quieras, ya que son igual de válidos los sandwiches que los bocadillos de tortilla, la frutas, embutidos, ensaladas, galletas, carne… Eso sí, intenta que no sea demasiado pringoso y cuanto más fácil de transportar mejor (de ahí que las comidas frías sean las reinas del picnic).
Y vamos a ser realistas, las cestas o canastas de madera o mimbre son muy monas y cómodas para llevar las servilletas, manteles, cubiertos (preferiblemente de plástico) y demás, pero para la comida mejor que optes por las prácticas neveras, sobre todo si no quieres beberte la bebida calentorra…
Y una cosa importante, sé cuidadoso con el medio ambiente: no dejes desechos por ahí, recoge siempre lo que ensucies y recicla. Ah, e intenta no pisar las plantas ni interrumpas el ritmo de vida de los animales de la zona, es su hábitat y hay que respetarlo, recuerda que allí el intruso eres tú. Si no te ves capacitado para controlarte o prefieres evitar riesgos, hay por toda la Península zonas habilitadas para poder hacer tu picnic sin poner en peligro el entorno. Aquí tienes unos cuantos bellos parajes donde puedes ir a hacer tu “picnic-day”, pero seguro que si piensas un poco se te ocurren un montón más de sitios idóneos para ir.
Además, la experiencia del picnic no es sólo la comida, ¿qué tal una siestecita bajo el árbol o una ruta para estirar las piernas? O si, por ejemplo, te vas a una zona cercana a un río o una piscinapuedes aprovechar para darte un refrescante bañito.
Saca tus zapatillas del armario, enfúndate en ropa cómoda, no te olvides las gafas de sol ni la crema solar y sal a disfrutar del mundo exterior.
¿A que no se os ocurre un plan más divertido y completo para este fin de semana?