Por todos lados encontramos informaciones contradictorias de grupos ecologistas, grandes industrias, administraciones públicas, empresas abastecedoras y un sinfín de usuarios que comparten vivencias y opiniones sobre consumir o no agua embotellada. Lo cierto es que ambas tienen beneficios y perjuicios, algunos basados en realidades palpables, pero la mayoría basado en supuestos y en probabilidades.
Agua del grifo
Lo primero que hay que destacar es que el agua del grifo no posee las mismas características en todas las partes de un país, ni siquiera en todos los lugares de la ciudad. Y, si hilamos muy fino, puede ser que tampoco tenga las mismas características que la del vecino de al lado. Hay que tener en cuenta algunos aspectos:
- La calidad del agua de red depende del tratamiento que se realice en la empresa abastecedora, del estado de las conducciones en vías públicas y del estado de las tuberías y sistemas de almacenamiento de nuestra propia casa. Lo habitual es que el agua en este tipo de compañías se desinfecte con hipoclorito sódico, obteniéndose un nivel de cloro libre residual situado entre los 0,2 y 1 mg por litro. Las empresas se hacen responsables de que el agua llegue en condiciones de cumplimiento legislativo hasta la acometida de las viviendas, lo que pase desde ahí hasta el grifo de salida es responsabilidad del propietario.
- Por otro lado, el cloro libre puede reaccionar con diferentes sustancias llegando a dar residuos tóxicos. Además hay algunas líneas de investigación que sugieren que el cloro libre a pequeñas concentraciones también puede ser dañino, pero no existe pruebas irrefutables sobre ello.
- Por último los controles de calidad de las aguas de la empresa abastecedora en la mayoría de los casos los realiza la propia empresa abastecedora, por lo que se convierte en juez y parte.
Analizando todos estos datos podemos inferir que puede ser que las conducciones del agua porten residuos de metales y otro tipo hasta el grifo del consumidor o que el cloro se transforme en cloramina o que los niveles de cloro que posee el agua de consumo sean dañinos, pero también puede ser todo lo contrario. Y no es que no sepamos con certeza que ocurre sino que ambas cosas son posibles, es decir, podemos tener casos en los que el agua llegue hasta el punto final con unas muy buenas condiciones de salubridad o que debido a las circunstancias propias de esa empresa, esa localidad y/o esa vivienda, el agua llegue con cualidades perjudiciales para la salud.
Agua envasada
Con respecto al agua envasada, nos encontramos en la misma incertidumbre. El agua envasada se trata y almacena en empresas privadas en su mayoría, que están sujetas a controles esporádicos por parte de las administraciones pero que pueden llevar a cabo la producción con un alto grado de calidad y compromiso o cumpliendo con los requisitos legales sólo en algunos periodos del año.
Con respecto a la controversia sobre los materiales plásticos, actualmente hay una normativa que controla los materiales en contacto con productos destinados al consumo humano. Una de las características que se les requiere a este tipo de materiales es un análisis de migración de polímeros, en estos análisis se comprueba que ninguno de los componentes de los envases va a pasar a formar parte del agua que consumimos.
Partiendo de estos dos datos no volvemos a encontrar en la misma encrucijada de antes: puede haber empresas cuya agua envasada es de absoluta calidad y garantía, y otras en las que pueden autorizar un envase y en la práctica utilizar uno similar de menor coste y sin el análisis de migraciones realizado o no mantener sus instalaciones con toda la salubridad deseada.
Tú, ¿qué opinas? ¿Eres de agua de grifo o sólo consumes envasada?