Entre las múltiples opciones que tenemos hoy en día para calentar nuestra vivienda se encuentra la calefacción por suelo radiante, un sistema saludable, silencioso, eficiente, ecológico y de alto rendimiento.
Un sistema de calefacción basado en el suelo radiante es, básicamente, una red de tuberías que se instalan bajo la capa de mortero o el pavimento de casa. Por esas tuberías puede circular tanto agua caliente como agua fría, de forma que podemos conseguir tanto calefacción como refrigeración por este sistema. También está la modalidad de suelo radiante eléctrico, que consiste en un hilo eléctrico distribuido por debajo del suelo. Al pasar una corriente eléctrica se calienta y consigue el mismo efecto que el suelo radiante por agua (este sistema solo funciona para el invierno).
Suelo radiante: en qué casos es mejor
La principal característica de los suelos radiantes es que el calor y el frío que se irradian parten desde el suelo, logrando calentar y enfriar con mayor confort que otros sistemas de calefacción. Y, además, el calor se difunde de manera gradual y uniforme por toda la vivienda.
El suelo radiante tiene que calentar (o enfriar) toda la masa de suelo que lo recubre, por lo que tiene una elevada inercia térmica. Esto significa que tarda mucho en calentarse, pero de la misma forma, sigue emitiendo calor (o frío) un largo tiempo después de apagarse el sistema. Por esto, su instalación es conveniente en aquellos espacios en los que su utilización se haga de forma continuada. Según los expertos, es una buena opción para viviendas individuales y colectivas con un uso continuado de calefacción, centros de enseñanza, guarderías, residencias de ancianos, o centros de trabajo y oficinas en general.
No todos los suelos son aptos para instalar suelo radiante en la casa, en principio, se deben descartar aquellos de materiales que no presentan una buena conductividad térmica, como es el caso de la madera. Sin embargo, sí se puede instalar con parquet o laminados, siempre que se empleen tablas de poco grosor y maderas de poca densidad. En cualquier caso, materiales cerámicos, piedra o cementos son más adecuados por su alta conductividad.
En general, este sistema de calefacción está más indicado para obra nueva, principalmente por el coste. Y es que cambiar el pavimento para poner calefacción por suelo radiante en una vivienda encarece bastante el trabajo.
En obra nueva es mucho más sencillo instalarlo puesto que se realiza antes de colocar los pavimentos. En cambio, en inmuebles ya construidos, es necesario levantar el viejo suelo, preparar el soporte y colocar uno nuevo después de la instalación de la red de tuberías o de hilos del suelo radiante.
Solo los trabajos de albañilería, más el material necesario para el nuevo revestimiento, pueden encarecer el trabajo por encima del 30%- 40% si hablamos de vivienda ya construida.
Funcionamiento y coste del suelo radiante
Los suelos radiantes funcionan tanto con electricidad como mediante calderas de diferentes combustibles, ya sea gas o biomasa, que calientan el circuito de agua. También pueden funcionar a través de sistemas de geotermia, aerotermia (en sistemas de suelo radiante por agua) o placas solares. Son estos últimos sistemas, precisamente, los que ofrecen mayor eficiencia y ahorro energético, al emplear fuentes de energía naturales.
El coste de la instalación de suelo radiante se calcula en base a los metros cuadrados del inmueble. Por ello, su superficie es el factor clave en la elaboración del presupuesto. Pero no solo en este aspecto, también en lo que tiene que ver con la elección del tipo de suelo radiante. En viviendas de pequeñas dimensiones los sistemas eléctricos son válidos. Sin embargo, en inmuebles de grandes dimensiones el consumo de electricidad puede hacer que no sea eficiente ni rentable su instalación.
Múltiples beneficios del suelo radiante
Este tipo de calefacción presenta muchas ventajas como su reducido consumo, puesto que una instalación de suelo radiante por agua funciona a temperaturas relativamente bajas. Tampoco ocupa espacio, dado que los circuitos van empotrados bajo el pavimento y no afectan a la distribución del mobiliario. Y produce un gran confort, ya que el calor se reparte de manera uniforme en lugar de quedarse en puntos concretos como los radiadores, lo que aumenta la sensación de confort. No hay tampoco sequedad del aire ni humedad.
La calefacción por suelo radiante es una interesante alternativa a estudiar, ya que es compatible con casi cualquier fuente de energía, incluyendo las renovables por supuesto. Y aunque pueda parecer una obra de gran envergadura, es de fácil instalación ya que se puede colocar directamente sobre el pavimento existente y, luego, colocar otro solado encima del suelo radiante.