Un problema cuando se habla de confort es que se trata de parámetros subjetivos y variables a lo largo del año. Aunque la temperatura o la calidad del aire son medibles, lo importante son las sensaciones de los usuarios y éstas cambian con las personas, pero también con otros factores “invisibles”.
El caso más llamativo (y el que más nos importa) es el de la temperatura. Para estar cómodos térmicamente, el dato que hay que evaluar no es sólo la temperatura que tenemos en el interior, sino cómo de homogénea es esa temperatura en toda la estancia. En este artículo hablamos sobre el confort térmico y todas sus implicaciones.
El confort térmico
Aunque no lo notemos, lo más normal es que dentro de una habitación haya distintas temperaturas de aire, más frías cerca de las ventanas y de los muros de fachada y más calientes hacia el interior, y esto genera más disconfort del que imaginamos. Tanto es así, que estar en una estancia a 23 º C en la que la pared que da a la calle está a 14º C y la ventana a 9º C es mucho menos agradable que estar en una habitación a 20º C, con la pared a 19,5º y la ventana a 17,5º C.
Esto se debe a que se crean corrientes de aire entre unas zonas y otras, que, aunque son minúsculas, nos resultan desagradables. También puede ser por tener parte del cuerpo a una temperatura más fría que otra por transmisión de calor, como los pies helados porque el suelo está frío, aunque el aire esté caliente. Todos estos son ejemplos de lo que nosotros traducimos en subir la calefacción, cuando la verdadera solución está en aislar más o mejor.
¿No te has preguntado nunca por qué las casas PassivHaus se calculan para estar a 20º? Tendemos a pensar que 20º son pocos y que vamos a pasar frío. Esto es porque nunca hemos estado en una habitación que estuviera a 20 grados uniformes. En el momento en que es así, nos encontramos perfectamente cómodos. De hecho, en una PassivHaus la diferencia entre la temperatura del aire y la superficial de los muros o las ventanas debe ser menor o igual a 4,2 º C.
Las diferencias grandes de temperatura se dan en la mayoría de viviendas y suceden, generalmente por una de estas dos razones: nuestra fachada y/o cubierta está muy mal aislada (o sin aislar) o tenemos mucha superficie de puentes térmicos en la fachada
Como ya vimos en el artículo de puentes térmicos el hecho de que una parte muy fría de la pared exterior esté en contacto con otra más caliente puede además desencadenar condensaciones, que derivan en humedades y, si tenemos mala suerte, en moho.
La conclusión es que podemos aún aprender mucho de cómo funcionan los edificios, y que el confort, depende en más medida de cómo está construido el edificio que de cuánto ponemos la calefacción. Como hemos dicho muchas veces: aislar el muro y poner unas ventanas aislantes son inversiones directamente relacionadas con el confort térmico y que no tienen precio en términos de calidad de vida.