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Si queremos que nuestra calidad de vida mejore, debemos ser conscientes de que nuestro hogar deberá cumplir ciertos aspectos que otorgarán a nuestra vivienda ese estatus de comodidad y confort: Confort Higrotérmico, salubridad, iluminación y habitabilidad. Veamos en qué nos pueden ayudar cada uno de ellos.
La vivienda saludable alcanza las condiciones de comodidad y confort necesarias para un alto nivel de calidad de vida. Vamos a analizar los distintos aspectos que intervienen en el carácter de nuestro espacio:
- Confort Higrotérmico: Lo entendemos como la ausencia de malestar térmico. Se considera que la temperatura de una vivienda para alcanzar el confort debe estar en torno a 20ºC. La humedad relativa, a la que en general se achaca como causa de la incomodidad, es menos significativa ya que la tolerancia del cuerpo es grande. Como punto óptimo nos moveríamos entre 50-70%.
Los sistemas de la vivienda saludable que regula estas características del espacio se basa en la transmitancia de muros y huecos, es decir, cómo pasa el calor a través ellos. Esto se optimiza con una buena elección de los materiales, del tamaño de los huecos, de las carpinterías utilizadas…
- Salubridad: El principal medio para lograr higiene, limpieza y salud pasa por lograr calidad en el aire interior de la vivienda. Por este motivo la ventilación tiene un papel fundamental: al renovar el aire se elimina el vapor de agua, los olores, los humos. Se deben tener en cuenta la ubicación de los huecos, su dimensión, y el tipo de apertura de la ventana.
En la vivienda saludable, se combinan estos tres aspectos para realizar la ventilación con un aprovechamiento máximo. Se trata de lograr crear corrientes de aire a través de la ventilación cruzada. También se tiene en cuenta la influencia en el movimiento del aire del periodo del año, la orientación del proyecto, y la distribución interna de la vivienda.
- Iluminación: La iluminación de una vivienda es un tema casi siempre olvidado pero más importante de lo que pueda parecer puesto que el ser humano necesita del sol para vivir. Tiene consecuencias directas en los aspectos económicos, prácticos y funcionales, y a su vez es un elemento decorativo relevante.
La vivienda saludable aprovecha la iluminación natural: todo espacio debe contar con una luz homogénea y difusa, sin excesos de sombras ni de contrastes. Los factores que se tienen en cuenta son: la orientación, el factor día (vinculado con la dimensión y ubicación de los vanos), cantidad de luz (por medio del control de las reflexiones), la calidad de luz, y las distintas necesidades según las actividades que se desarrollan en cada espacio.
- Habitabilidad: Este punto es el que más nos acerca al concepto de calidad de vida. Inevitablemente una vivienda está expuesta al ruido generado por los vecinos, el tráfico de la ciudad, los aviones que sobrevuelan, etc. Otro factor que afecta a la habitabilidad es la accesibilidad, es decir, el grado en el que las personas pueden visitar y utilizar un espacio.
La vivienda saludable aporta una buena insonorización frente al ruido. Lo más importante para combatir los sonidos exteriores es el estudio de los cerramientos de los vanos. Las características de las ventanas, su posición y su diseño logran alcanzar un aislamiento acústico de confort. Por otro lado, la accesibilidad se consigue a través de una correcta distribución de sus espacios y la eliminación de obstáculos de forma que las personas con alguna discapacidad no tengan ninguna dificultad para disfrutar y utilizar el espacio.