Es muy importante llegar a un equilibrio entre confort y consumo energético, y tener como última opción la necesidad de gasto energético para un objetivo que puede conseguirse a través de detalles en la construcción y en la edificación.
Una vez que entendemos que la vida actual se desarrolla al 80% en espacios cerrados es cuando se hace más patente la necesidad de cuestionarnos cómo deseamos que sea ese espacio; hasta dónde repercute en nosotros el ambiente o la atmósfera que respiramos, en la que nos movemos y nos relacionamos.
La salud se ve afectada a largo plazo en la mayor parte de los casos y esto provoca un desconocimiento real de las consecuencias que genera una mala climatización. Apenas percibimos la presencia de la polución a pesar de sus efectos nocivos sobre la salud. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el “síndrome del edificio enfermo” como conjunto de enfermedades originadas o estimuladas por la contaminación del aire en espacios cerrados.
En el ámbito laboral se ha tenido en cuenta desde hace mucho tiempo todas las medidas necesarias para evitar los riesgos que un aire desgastado puede generar en la salud. Analizando los peligros desde los departamentos de prevención de las empresas se descubre la bajada significativa del rendimiento y la productividad de los trabajadores expuestos a un ambiente viciado y desde este conocimiento se imponen las medidas correctoras.
En el ámbito doméstico llegó más tarde la imposición de criterios y medidas que aportaran calidad y compromiso con el medio ambiente:
Por un lado, la especulación del suelo potenció la construcción de pequeñas y seriadas viviendas en las “ciudades dormitorio” que rodean las urbes, teniendo que llevar hasta ellas todas estas prestaciones sin atender a los costes o repercusiones.
Sin embargo, en el plano positivo y hacia el que caminamos, se hace real y buscada la calidad de los hogares, con un endurecimiento del código técnico que apuesta por la sostenibilidad de cada edificio asegurando la salubridad de los espacios habitables.
Hoy por hoy, para lograr el confort interior en los edificios, la sociedad se basa principalmente en el uso indiscriminado de sistemas de acondicionamiento sustentado a través de un gasto exacerbado de energía. Además, el problema se agrava y se multiplica en el momento en el que la solución dada a un problema lo convierte en algo cíclico. Es decir, el aire acondicionado refrigera el espacio interior pero a su vez calienta y contamina con los gases expulsados el aire exterior Así pues se hace necesario un aumento de la climatización interior para obtener los mismos resultados.
Es muy importante llegar a un equilibrio, y tener como última opción la necesidad de gasto energético para un objetivo que puede conseguirse a través de detalles en la construcción y en la edificación.