La principal clave para escoger la madera es la de elegir una que sea lo bastante buena como para durar varios años y lo bastante barata como para que nos asombremos al conocer su precio.
La ley de bueno y barato funciona con todo ¿verdad? Pero el presupuesto y la calidad no siempre van de la mano.
Toda vez que nos encontramos en una encrucijada como esta debemos necesariamente elegir si nos decantamos por la calidad de la madera sin importar su precio o nos fijamos más en los números.
Sin embargo, no solo la economía y la calidad de la misma deben importar.
El color, la durabilidad, la veta y el fin para el cuál va a emplearse también son factores que cuentan.
Si tu propósito es adquirir una madera que te dure por muchos años, no se deforme ni cuartee ante las presiones y los golpes, y no se le marquen los rasguños debes elegir una madera dura aunque su costo sea mucho mayor del de una blanda.
Pero si la madera elegida no va a estar expuesta al deterioro que ocasionan los agentes medioambientales: sol, lluvia…, ni va a ser colocada en lugares en donde pueda sufrir abolladuras, entonces podrías comprar una madera un poco más blanda y en definitiva, más barata.
De más está decir que una madera dura tiene más durabilidad y resistencia que una madera blanda.
No obstante, en esta comparación hay una clave que debe ser primordial pero no siempre se tiene en cuenta. La procedencia de la madera debe importar más que cualquier otra cuestión.
La procedencia de la madera importa
Las maderas duras, por lo general, provienen de árboles que tardaron cientos de años en desarrollarse. Estos árboles crecieron en bosques que, una vez deforestados, no volvieron a plantarse con la misma especie.
Por su parte, las maderas blandas provienen de árboles de crecimiento más rápido que no pocas veces nacieron en zonas reforestadas.
Muchos de esos terrenos toda vez que fueron despoblados de árboles volvieron a sembrarse con la misma especie.
Sin embargo, sea cual sea la madera: blanda o dura, esta debe usarle de manera racional.
Los árboles, además de servir como materia prima en diversas confecciones ofrecen múltiples beneficios al ser humano y al planeta.
La importancia de los árboles
Un árbol en sí es un ecosistema. La biodiversidad que se desarrolla desde su copa, hasta sus raíces y el suelo que protege, es sorprendente.
Microorganismos, reptiles, insectos, aves, pequeños mamíferos, plantas epífitas, hongos, y otras especies del reino vegetal conviven resguardadas.
Los árboles proveen de sombra y amparan del viento a los animales y otras especies florales que se viven bajo ellos.
Protegen el suelo de la erosión de las precipitaciones. Su follaje, por lo enrevesado de su sistema, es capaz de atrapar la lluvia haciendo que las gotas de agua se deslicen por hojas, ramas, tronco y no caigan directamente al terreno.
Los árboles sirven como barrera viva para delimitar territorios y algunos repelan las plagas.
Estos organismos vegetales ofrecen alimentos y otorgan una sensación de bienestar al ser humano.
Su presencia en las ciudades reduce el ruido. Al ser capaces de atrapar las ondas sonoras del ambiente pueden disminuir este tipo de contaminación tan dañina para el hombre y la fauna en general.
Los árboles amortiguan el calentamiento de la atmósfera y mejoran la calidad del aire al filtrar el viento que pasa entre sus hojas.
En el proceso de fotosíntesis toman el dióxido de carbono y lo convierten en oxígeno, menguando así un peligroso gas responsable del efecto invernadero.
Protege los árboles, no hagas un uso irracional de la madera que te brindan.
Antes de hacer tu próxima inversión, primero, recuerda consultar las claves que te ayudarán a elegir la madera que realmente precisas.
El planeta y tu bolsillo lo ameritan.
Haz que tu vivienda sea sostenible.
Fuentes: Infomaderas | Rio Negro | Publiboda