Hoy se celebra el Día Mundial del Asma bajo el lema “Puedes controlar tu asma”. El asma es un problema de salud que puede agravarse si en nuestro hogar no contamos con un buen aislamiento. Te ofrecemos algunos consejos para combatir sus efectos.
Hoy se celebra el Día Mundial del Asma bajo el lema “Puedes controlar tu asma”. El asma es una enfermedad respiratoria crónica que padece cerca del 5% de la población mundial (unos 300 millones de personas, en su mayoría niños y adolescentes) pero que, aunque en ocasiones se puede complicar, en general, es perfectamente tratable. Por eso, para facilitaros la tarea, y basándonos en el decálogo publicado por la OCU, os damos unas cuantas recomendaciones a tener en cuenta en vuestros hábitos diarios y en vuestra vivienda, si vosotros o alguien en casa padece esta enfermedad:
Evita moquetas, alfombras y plantas.
Como era de esperar, los ácaros, que suelen esconderse en colchones, almohadas, sofás… no convienen a nadie, pero menos aún a los asmáticos. Así que, si es tu caso, hazte con fundas especiales anti alérgicas y pasa el aspirador con mucha frecuencia. Si decides tener alguna alfombra, lo mejor es que aspires diariamente; más vale prevenir que curar…
También te recomendamos que reduzcas el número de plantas que tienes en casa. No significa que no puedas tener ninguna, pero ten en cuenta que son un foco para tu enfermedad.
Controla la humedad, aumenta la frecuencia de limpieza y elige bien los productos.
Los hongos también son nocivos para ti, suelen crecen en las paredes húmedas y principalmente en baños y cocinas… Si tu vivienda es demasiado húmeda, plantéate la compra de un deshumidificador, si puedes realiza mejoras en la estructura de la vivienda… Pero lo más importante de todo (y también lo más sencillo): ventila todos los días.
También es vital que, como adelantábamos en el anterior punto, tus sesiones de limpieza sean mucho más frecuentes y profundas. Otro truco es adquirir productos de limpieza sin fragancia, lo más neutros posible.
Protégete de gripes y resfriados, nada de aspirinas y controla tu estabilidad emocional.
Debes plantearte seriamente la opción de comenzar a vacunarte de la gripe y tomarte más en serio las precauciones para evitar catarros y resfriados tontos, que en tu caso pueden traer grandes complicaciones; así que mejor que no se dé el caso.
Hay diversos fármacos que pueden provocarte intolerancia, entre ellos uno tan común como la aspirina: Infórmate bien con tu médico de cuáles son las mejores opciones en tu caso.
Y mucha atención porque el estrés, la ansiedad o estar sometido a mucha presión pueden hacer que te dé una crisis. Aprende a gestionar tus emociones, algo que te vendrá bien también para el resto de aspectos de tu vida.
Mantente alejado del polen y del tabaco, busca el aire puro y no renuncies al deporte
Evita ir al campo, sobre todo, los días en que haya mayor concentración de polen o de contaminación. Ni se te pase por la cabeza fumar y expulsa cualquier resto de humo que pueda haber en tu hogar.
Y el deporte no tiene porqué estar fuera de tu vida. Eso sí, tienes que ser consciente de tus limitaciones: evita hacer ejercicio muy intenso en lugares húmedos y cuando lo practiques mejor que siempre respires por la boca. Uno de los deportes más recomendable es la natación, ¿te animas a tirarte a la piscina?
Ya ves, si pones en práctica estos trucos, tanto tú como los de tu alrededor saldréis ganando y el asma dejará de ser un impedimento en tu vida. Te recomendamos, además, que eches un vistazo a nuestro plan anti-alergias donde encontrarás más consejos.
Más información sobre el asma
El asma es el resultado de una inflamación de las vías respiratorias. Cuando se presenta un ataque de asma, los músculos que rodean las vías respiratorias se tensionan y el revestimiento de dichas vías aéreas se inflama; lo que reduce la cantidad de aire que puede pasar y desencadena diferentes síntomas como el ahogo o la opresión en el pecho.
Principalmente, las causas más comunes que suelen desencadenar asma son: genéticas (pues tiene un fuerte carácter hereditario), el polvo, la realización de ejercicios, cambios en el clima, humedades y moho, animales (sobre todo los que tienen pelaje), el polen y otros alergenos, infecciones respiratorias como resfriados, el humo del tabaco, situaciones de estrés…
Y un último consejo: No dejes que nada te frene y… ¡menos el asma!